¿Sabes con quién he estado a punto de comer?

Esta historia le sucedió, a un humilde campesino de raza negra,
en el sur de los Estados Unidos, mientras conducía su carreta
tirada por dos bueyes, por una estrecha carretera, hacia su pequeña
granja.

En el trayecto, el carruaje impedía el paso a una gran limusina,
en la que viajaba un poderoso empresario petrolero; que
impaciente por la lentitud de la carreta, ordenó a su chófer que
hiciera sonar el claxon, para que se apartase a un lado, pero debido
al ruido estridente y al nerviosismo del campesino y los animales
por dejar la vía libre, los bueyes dejaron el pavimento lleno
de boñigas, que fueron aplastadas y salpicadas en las ruedas y
bajos del vehículo.

El magnate: un claro defensor de la separación racial, que
promulgaba de forma reiterada y pública; mandó detener la limusina, y cargado de odio hacia los de la raza negra, ordenó a
los guardaespaldas que viajaban en un segundo vehículo, que
trajeran a su presencia al campesino. Orden que ellos acataron al
momento, con empujones y malos modos; obligándolo a arrodillarse ante el empresario, que sintiéndose superior por el color de su piel, aprovechó para descargar toda su cólera racista, contra el campesino gritándole:

—¡Negro, has dejado que tus bueyes manchen mi limusina de
boñiga! ¡Ahora vas a comerte todo lo que ellos han ensuciado!

Pero en ese preciso instante, llegó otro automóvil, y se bajó
para ver qué ocurría, un personaje que ya era conocido en todo el
país, el reverendo: Martin Luther King. Acompañado de varios
reporteros, que le seguían en todos sus mítines y conferencias en
contra del racismo.

El magnate, conocedor de la fama del reverendo, no quiso una
confrontación con él, ya que hubiera sido el fin de sus pretensiones
de acceder a la política; e intentó justificar, que solo estaba
haciendo, que el campesino limpiara lo que había ensuciado.

Entonces el reverendo, con total serenidad y dominio de la
situación, se arrodilló al lado del campesino y le dijo al empresario:

—Si él tiene que limpiar, lo que sus bueyes han ensuciado, yo
lo haré también.

Ante la tensión del momento, los reporteros comenzaron a
tomar fotos del reverendo arrodillado, y de lo que parecía que
iba a suceder, pero el magnate, dándose media vuelta, ordenó a
sus guardaespaldas que dejaran libre al campesino y que velaran
todos los carretes de fotos; acción que ellos llevaron a cabo de
forma violenta, mientras él subía a la limusina, mascullando improperios contra todos los presentes de raza negra.

El reverendo King, preguntó al campesino si quería que lo
acompañara a su granja, pero éste, no deseando interrumpir más
la gran labor que estaba desempeñando, le dio las gracias y se
despidió de forma efusiva. Al llegar a su casa, con una radiante
sonrisa, le dijo a su esposa:

—¿Sabes con quién he estado a punto de comer?


Moraleja: Solamente el individuo que no se encuentra atrapado en
la sociedad, puede influir en ella de manera fundamental (Jiddu Krishnamurti, filósofo, 1895-1986).

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