El más fuerte

Discutían los discípulos, acerca de cuál de ellos era el más fuerte:

—Yo soy el más rápido. —Dijo uno.

—Yo levanto más peso. —Afirmó otro.

—Yo recorro las distancias más largas. —Aseguró un tercero.

Y escuchando todas estas afirmaciones, que provenían del ego
personal de cada uno, el Maestro sentenció:

—No es más fuerte, el más rápido, ni quien levanta mayor
peso, ni el que recorre las mayores distancias. El más fuerte es
quien se levanta, cada vez que cae, en el camino de la vida.


Moraleja: El hombre que se levanta es aún más grande que el que
no ha caído (Concepción Arenal, escritora española, 1820-1893).

El pozo

Eran dos amigos que contemplaban la vida de muy diferente forma:
uno era optimista y en todas las dificultades encontraba una
oportunidad para avanzar, en cambio el otro era pesimista, y todos
los problemas, le parecían casi imposibles de superar.

Un buen día, caminando por la montaña, el pesimista cayó
por un pozo minero abandonado, y el optimista se apresuró a
ver su estado:

—¡Amigo! ¿Cómo estás, te ocurre algo?

—Estoy bien. —Contestó con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, de no comprender cómo todo le ocurría a él.

—No te preocupes, voy a buscar una cuerda para poder sacarte
del pozo.

Al poco tiempo, el amigo volvió con una larga cuerda, y le
echó un cabo al pesimista para que intentara salir, pero no puso
mucho de su parte y dijo:

—Lo he intentado varias veces, pero mis manos se resbalan
por la cuerda y me abrasa.

—Tengo una idea, —dijo el optimista—. Le haré nudos a la
cuerda, para que no te deslices.

Sin embargo, el pesimista siguió poniendo excusas para no salir:

—Mi cuerpo es muy pesado y no puedo trepar por la cuerda.

Entonces, el optimista tuvo otra idea:

—Tranquilo, voy a hacer una escala con la cuerda y algunos
palos.

Y así lo hizo, al poco rato tenía la escala hecha, para que su
amigo subiera, pero de nuevo él buscó una excusa para no salir
de allí:

—Los peldaños están muy altos y no puedo subir, mejor será
que me traigas comida de vez en cuando, aquí no se está nada
mal, la temperatura es agradable y he encontrado agua.

Aunque realmente, a lo que tenía miedo el pesimista, era a
otra caída o desgracia, de la que no fuera fácil salir.

Moraleja: La vida es como un martillo que golpea, quien es de cristal, se rompe, y quien es de hierro, se forja (anónimo).