El pozo

Eran dos amigos que contemplaban la vida de muy diferente forma:
uno era optimista y en todas las dificultades encontraba una
oportunidad para avanzar, en cambio el otro era pesimista, y todos
los problemas, le parecían casi imposibles de superar.

Un buen día, caminando por la montaña, el pesimista cayó
por un pozo minero abandonado, y el optimista se apresuró a
ver su estado:

—¡Amigo! ¿Cómo estás, te ocurre algo?

—Estoy bien. —Contestó con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, de no comprender cómo todo le ocurría a él.

—No te preocupes, voy a buscar una cuerda para poder sacarte
del pozo.

Al poco tiempo, el amigo volvió con una larga cuerda, y le
echó un cabo al pesimista para que intentara salir, pero no puso
mucho de su parte y dijo:

—Lo he intentado varias veces, pero mis manos se resbalan
por la cuerda y me abrasa.

—Tengo una idea, —dijo el optimista—. Le haré nudos a la
cuerda, para que no te deslices.

Sin embargo, el pesimista siguió poniendo excusas para no salir:

—Mi cuerpo es muy pesado y no puedo trepar por la cuerda.

Entonces, el optimista tuvo otra idea:

—Tranquilo, voy a hacer una escala con la cuerda y algunos
palos.

Y así lo hizo, al poco rato tenía la escala hecha, para que su
amigo subiera, pero de nuevo él buscó una excusa para no salir
de allí:

—Los peldaños están muy altos y no puedo subir, mejor será
que me traigas comida de vez en cuando, aquí no se está nada
mal, la temperatura es agradable y he encontrado agua.

Aunque realmente, a lo que tenía miedo el pesimista, era a
otra caída o desgracia, de la que no fuera fácil salir.

Moraleja: La vida es como un martillo que golpea, quien es de cristal, se rompe, y quien es de hierro, se forja (anónimo).

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